jueves, 10 de diciembre de 2015

Cada Organismo Vivo es un Ecosistema

Cada Organismos es un Ecosistema

Una de las formas principales de aproximarse al estudio de los ecosistemas, es considerar a cada uno de los organismos macroscópicos, como un ecosistema en si mismo.
 
Para ilustrar este particular, pensemos por ejemplo en nuestro propio cuerpo, sobre el mismo en nuestra piel, se desarrollan y prosperan colonias de varias decenas de bacterias (organismos unicelulares), pero también de organismos pluricelulares, como los ácaros de la piel (que son artrópodos) que se alimentan de nuestra piel muerta. Por dentro en nuestras cavidades, en la boca, en los oídos y en nuestros órganos internos, se desarrollan importantes asociaciones con microorganismos.

Microecosistemas dentro del Ecosistema Urbano

Asociación entre Cycas y helechos, ambos habitantes de las
medianas en la estructura ecosistemica de la ciudad de San
Pedro Sula, Cortés (Foto de Leonardo Lenin Banegas, 2015)

Para ilustrar nuestro planteamiento sobre los microecosistemas, tomaremos a la planta (arbustos, arboles) que cultivamos en nuestros jardines, parques, como en las medianas de la ciudad.
 
Sobre este árbol de macuelizos, ubicado en una de las calles de
la ciudad de San Pedro Sula, Cortés en Honduras, prospera una
importante colonia de aloes silvestres que tienen naturaleza      
epifita y se nutren del polvo que se ha depositado sobre la       
corteza en descomposición del árbol. 
Y es que sobre cada uno de estos vegetales, encontramos asociaciones con otros vegetales, como con hongos y bacterias, formando líquenes, pero también los vegetales, son hábitats especiales para la construcción de nidos de las aves, sitios que son compartidos con pequeños mamíferos y con reptiles que hacen del árbol su hábitat, su ecosistema donde sobreviven como vecinos nuestros.
 
Otro ejemplo se presenta en la imagen del margen izquierdo, donde se presenta una asociación entre un árbol maduro (Macuelizo), y aloes silvestres que igual prosperan sobre el tejado de barro, una azotea y la corteza en descomposición de este árbol.
 
De esta reflexión se puede concluir y revalorar la importancia de los arboles y arbustos no solo como organismos individuales sino como microecosistemas o islas ecológicas dentro de la estructura orgánica de la ciudad, constituyéndose en sitios donde la vida puede prosperar, diversificarse y expresarse, para su propio beneficio, como para nuestro disfrute y estudio al detalle.
 
 
 

Conceptualizando la Biodiversidad


La biodiversidad, es un concepto bastante reciente, ya que si se rastrea en el tiempo fue hasta en el año de 1985, cuando el entomólogo estadounidense y biogeografo Edward O. Wilson lo acuño en el marco de la celebración del Foro Nacional sobre la Diversidad Biológica de los Estados Unidos. La publicación de la memoria del desarrollo y las reflexiones de este foro, fue denominada por Wilson como “Biodiversidad”.

Según (Teresa Audersik & Byers, 2001) citada por (Montes, 2011, pág. 12), otro biólogo estadounidense que ha contribuido en gran medida a la comprensión de la biodiversidad es el botánico y director del Jardín Botánico de Missouri Peter Raven quien aporto a la conceptualización en su artículo “Definición de la Biodiversidad”, en la que describe a la biodiversidad como la suma total de seres vivos en un área en particular y de todas las interacciones entre ellos.

A través de los años, la biodiversidad fue adquiriendo nuevas connotaciones y enriqueciéndose su concepto, de tal forma que en los años 90´s esta se nutre de los debates y acuerdos internacionales como el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro, Brasil en 1992 (Morales, 2001).

Ya en los años 90´s observamos el desarrollo de conceptos elaborados, consensuados y convencionalmente aceptados, que como los describe (Monge, Gómez, & Rivas, 2001), definen que biodiversidad o diversidad biológica a través de su etimología, identificando que provienen de las raíces griegas, bios que significa vida y divers, que significa división, variedad, divergencia, diferencia, abundancia”. En este sentido la etimología calza muy bien a la definición de biodiversidad con el concepto  y la práctica moderna de gestión de la biodiversidad, que supone que a partir de una sola especie original se han ido formado muchas especies más diferentes entre sí, produciendo la gran variedad de vida que conocemos en la actualidad y que aún desconocemos.

En este sentido la imposibilidad de conocer y describir las especies, aún antes de que se extingan por procesos naturales y por influencia del hombre en otros casos, ha sido presentada en trabajos como los de Peter Raven (1971) (1980) Research Priorities in Tropical Biology, la tarea de mapear la biodiversidad, con los recursos disponibles, podría demorarse unos 50 años, según lo plantean (Raven y Wilson, 1992) citados por Erlich (1997) En: (Hernández, F.García, Álvarez, & Ulloa, 2002, pág. 384)

Los avances de las investigaciones biológicas, el amplio desarrollo de la genética y de la ecología a fines del siglo XX y su difusión en múltiples conclaves mundiales, permitió que para fines de los años 90´s  y principios del siglo XXI, fuese claro para muchos de las personas que trabajan el tema de biodiversidad, que esta se encuentra graduada y se expresa en tres niveles: 1. Diversidad genética dentro de las especies; 2. Diversidad de especies; y 3. Diversidad de ecosistemas. Esta división es acorde con los planteamientos y escritos de (Pedroni, 2002) (Murillo, 1999).

Considerando que la construcción misma del concepto de biodiversidad, ha sido realizada desde el ecologismo como una ideología política que se sustenta si bien en criterios científicos, algunos de sus integrantes han tenido el énfasis en la abogacía y la incidencia para la contención e incluso la reducción de los procesos de industrialización, como también de urbanización, esto como una forma de contener, reducir y controlar la expansión del capitalismo como modo de producción.

Basta una cita de Paul Erlich (1997) contenida en la compilación de (Hernández, F.García, Álvarez, & Ulloa, 2002, pág. 381)  en el que se lee lo siguiente:

La humanidad ha llegado a convertirse en el organismo predominante de la Tierra, y en el proceso está generando un asalto total sobre los sistemas que sustentan la vida en la misma. Desde luego nos referimos a los ecosistemas que le brindan a la sociedad una variedad absolutamente indispensable de servicios ecológicos, una parte esencial de tales servicios es la biodiversidad, es decir la multiplicidad de genes, poblaciones, especies y comunidades que pueden concebirse como elementos funcionales de los ecosistemas de La Tierra. Hoy día, la biodiversidad se ve amenazada por la crisis de la extinción más grande desde el evento que marcó la transición del Cretácico a la era Terciaria, ocasionado al parecer por la colisión de la Tierra con un cometa o un meteorito.

De forma que las voces autorizadas en el tema y el coro dominante, han establecido una visión sino incorrecta, al menos parcial de la realidad, en la que se presenta la idea que la biodiversidad es un elemento presente únicamente en la naturaleza sin humanos, y que cualquier espacio humano es no solo alterador de la biodiversidad sino su némesis y aniquilador.

 En este marco contextual el concepto de biodiversidad ha sido auto contenido y explicado únicamente para los espacios silvestres, reduciendo toda explicación de la biodiversidad en los espacios urbanizados, donde la vida humana coexiste con otras formas de vida incluyendo vegetales, algunos de ellos grandes vecinos gigantes de nuestras viviendas, animales residentes de nuestras ciudades como también visitantes migrantes, y en lo inmensamente desconocido y pocas veces evidenciados, artrópodos (insectos, arañas, ácaros), microorganismos (algas, bacterias, hongos, virus, protozoos, helmintos).

Es muy recientemente en el siglo XXI, que naturalistas y cientistas sociales han comenzado a cuestionar la idea dominante dentro del ecologismo con respecto a la biodiversidad, presentando sobre todo evidencias que en las ciudades también es posible que se desarrolle la vida y exista un cierto nivel de biodiversidad, construida artificialmente y colonizada como nicho de varias especies silvestres (Giménez, 2008), (Banegas, 2010), (Joglar & Longo, 2011), (Garay & Fernández, 2013), sin que en ninguno se advierta una definición de lo que debemos entender por biodiversidad urbana.

Por lo tanto nos toca asumir el reto de proveer de una definición de biodiversidad urbana, para su puesta a prueba y valor a través de la crítica constructiva. Desde una perspectiva empírica proponemos que biodiversidad urbana se conceptualice como: “La riqueza y diversidad de especies y su genética, incorporados dentro del antropoecosistema urbano o por adaptación biológica a los espacios de la ciudad que son aprovechados como nichos ecológicos”.

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